“Los animales no son contemplados, son vistos. La mirada humana los reduce a la condición de observables.” – John Berger
Este trabajo nace del libro de artista que hice este año, titulado “Había una vez“, título que abarca un tema que me toca muy de cerca y que busco explorarlo desde diversas formas de expresión: la objetivación de la naturaleza por parte de los seres humanos.
Mi experiencia personal en Guanacaste (Costa Rica), donde viví durante cinco años, ha sido una fuente importante de inspiración para este ensayo fotográfico. Durante ese tiempo, estuve en contacto directo con sonidos, colores, y observación de flora y fauna día tras día. Cada vez que escuchaba sobre un mono electrocutado, sentía una gran desconexión con mi entorno. Este sentimiento se intensificó cuando un día encontré a uno de estos monos muertos en la orilla de la calle, tal instante se convirtió en un momento detonante para mí, que me llevó a reflexionar sobre cómo los seres humanos hemos permitido que la naturaleza sea asfixiada e invadida poco a poco.
El ensayo fotográfico que presento es una creación en la que he utilizado inteligencia artificial (AI) para fusionar imágenes de árboles y elementos creados por el ser humano como lo son el cableado eléctrico. A través de esta mezcla, quiero resaltar cómo ambos mundos, tan distintos pero similares, se entrelazan gradualmente hasta el punto en que los animales ya no podrán distinguir entre la naturaleza y la creación humana. Las imágenes fueron creadas a partir de fotografías propias e inspiraciones de los lugares que visité en Guanacaste.
Las imágenes muestran dianas de árboles invadidas por estructuras humanas, simbolizando la constante interferencia y dominación del hombre sobre la naturaleza. Esta fusión progresiva de elementos es una metáfora de que, si seguimos por este camino, llegará un momento en que no habrá vuelta atrás. Los seres humanos, en su afán de sentirse poderosos y capaces de invadir sin respeto, minimizan la importancia de otras especies, considerando que solo la nuestra es válida.
El ensayo busca invitar a los espectadores a reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones. Cada fotografía es un llamado a tomar conciencia de cómo nuestra conducta está alterando el equilibrio natural. La tecnología, representada aquí por la AI, sirve tanto como herramienta creativa como recordatorio de nuestra capacidad de alterar el entorno de maneras irreversibles.
Este ensayo fotográfico es un testimonio de la urgente necesidad de cambiar nuestra relación con la naturaleza. En un mundo donde la frontera entre lo natural y lo artificial se vuelve cada vez más difusa, debemos reconsiderar nuestras prioridades y responsabilidades.
Mi intención es que cada imagen provoque una reflexión profunda y una conversación sobre el papel que jugamos en la preservación de nuestro planeta. La objetivación de la naturaleza no solo es un problema ambiental, sino también una cuestión ética que nos desafía a reevaluar nuestra percepción de la vida y nuestra interconexión con todas las formas de existencia.
“Había una vez” es un recordatorio de que aún estamos a tiempo de cambiar el rumbo. La naturaleza nos ha dado tanto, y es nuestro deber devolverle el respeto y cuidado que merece.